El origen del Jazz: ¿Cuándo y cómo surgió?

El jazz es uno de los más apasionantes y pegajosos géneros musicales. Su sonoridad es rica. Su carga histórica, interesante. Hablar del origen del jazz es remontarse a los tiempos de esclavitud en Estados Unidos; y en España, a la Edad de Plata de la música española de los 20s.

Antecedentes históricos del jazz

Música de tradición Africana

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En vista de que en muchas áreas del Sur de Estados Unidos estaba prohibido por ley el batir de tambores, los esclavos negros se idearon utilizar las palmas de sus manos y sus pies para recrear la percusión y así poder disfrutar de su música y amenizar sus fiestas.

No obstante, con la llamada Place Congo (Congo Square) de Nueva Orleans, dicha prohibición dejó de tener vigor y los esclavos tuvieron libertad para reunirse, así como para cantar y acompañar su música con verdaderos instrumentos de percusión e incluso de cuerda; entre ellos, el banjo de cuatro cuerdas y el piano de dedo pulgar.

Pero no todo fue color de rosa. Las restricciones continuaron. Sí. La danza callejera se prohibió totalmente entre 1825 y 1845; sin embargo, en ese último año se volvió a autorizar (solo para realizarse entre las 16:00 y las 18:30 horas).

Hasta mediados de 1880 -y con cierto carácter ritual- se mantuvieron las reuniones del domingo en Congo Square, en donde la música era muy variada, resaltando cantos y danzas del vudú antillano, así como ritmos y danzas originadas en las islas caribeñas.​

Y en adición a esos antecedentes, es imposible dejar por fuera a los “espirituales negros”, de los que se tiene constancia en 1770 y son considerados una de las más importantes manifestaciones de la música de los esclavos.

El jazz: Música de entretenimiento

Es un hecho que fueron varias las expresiones musicales y eventos que marcaron pauta a los primeros tiempos de la música jazz; y más, al referirse a este género como música de entretenimiento. Comenzando por la figura del “violinista negro”, por ejemplo, encargado de amenizar fiestas familiares en las casa de las plantaciones, entre los siglos XVII y XIX.

Además, imposible dejar de mencionar al “minstrel” que más que una de las manifestaciones musicales que alcanzó mayor éxito en el periodo anterior a la guerra, fue un espectáculo en el que actores y cantantes blancos actuaban con la cara teñida de negro y fusionaban elementos de la opereta con cantos originarios de las plantaciones.

Dichos números musicales se generalizaron a partir de 1820. Y merece resaltar además que la influencia en ellos no era precisamente la música de origen africano sino de la ópera inglesa, aunque los instrumentos musicales que se usaban, como, el pandero, violín y banjo, pudieran hacer pensar otra cosa.

La posguerra y el jazz

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Fabio Venni en Flickr

Datos históricos aseguran que la Guerra de Secesión no solo supuso un significativo cambio en la vida musical estadounidense sino que también en la afroamericana.

Concerniente a la vida musical estadounidense, por el hecho del nacimiento de nuevas prácticas así como a la desaparición de antiguas instituciones, como, las escuelas de canto, por ejemplo. Y en el caso de la música afroamericana, por la completa destrucción de la estructura social.

Dicho eso, pues, fue un impacto mayor el que sufrió la manifestación afroamericana. A todas aquellas expresiones musicales que venían propagándose en los primeros 50 años del siglo, les tocó centrarse y consolidarse en instituciones netamente americanas.

Y un ejemplo claro de esto, fue el minstrel que aunque logró permanecer hasta casi final del siglo XIX, su carácter de parodia sucumbió y quienes se presentaban eran realmente actores y cantantes afroamericanos.

Con ello, se introdujeron nuevos bailes y ritmos, como el “cakewalk” al igual que varias canciones que se han mantenido como estándares del jazz; una de ellas, “Carry Me Back To Old Virigina”, de James Bland (1878).

Vale mencionar además que junto a la música culta europea, otros estilos de música vieron luz del sol, como, “ragtime” que era interpretado por los negros, a lo largo del tiempo ha permanecido como un estilo especialmente pianístico y su auge se relaciona con la desaparición del “minstrel”.

Otro de los aspectos en esta parte de la historia del jazz imposible de soslayar es que la guerra también supuso un fuerte impulso de la música militar, así como a la incorporación de la población negra a las bandas musicales.

Y aunado a ello, al finalizar la guerra muchos esclavos recién liberados tuvieron la oportunidad de tomar la música como forma de vida, ya que pudieron comprar muchos de los instrumentos musicales a bajo precio que llegaron al mercado.

De allí, varias bandas civiles de música, como, “marching bands”, por ejemplo, florecieron y se expandieron por el sur; otras más que en la segunda mitad del siglo XIX marcaron pauta en lo que se refiere al formato habitual de conciertos de música popular.

Pero nuevamente, no todo fue color de rosa.

A finales de siglo, las “leyes de Jim Crow” en Luisiana se endurecieron. El hecho de promover la segregación racial con el famoso “iguales pero separados”, ocasionó que gran número de músicos afroamericanos fueran expulsados de las bandas formadas por blancos y negros.

No obstante, esos músicos continuaron haciendo música y aplicando sus conocimientos a brillantes innovaciones que dieron más luces al desarrollo del jazz como rico e interesante género musical.

El blues

Se menciona al blues en los orígenes del jazz porque se trata de una de las manifestaciones musicales de origen afroamericano que, además de nueva, fue considerada la más original y extraordinaria, ya que desde su comienzo se presentó con canciones netamente interpretadas por solistas y basadas en opiniones o sentimientos particulares.

Pese a que datos históricos aseguran que se hace arduo precisar el punto exacto del nacimiento del blues como neta forma musical,  la aparición de este género está relacionada con el florecimiento de esa nueva sociedad afroamericana menos enraizada a su comunidad y más urbana. Lo que hace ubicar sus inicios entre los años 1870 y 1900.

El nacimiento del jazz

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En general, historiadores y eruditos del jazz ubican al nacimiento de este género no antes de 1917, ya que de ese año datan sus primeras grabaciones sonoras.

No obstante, son varios los autores que han dado por sentado que previo al cambio de siglo (desde 1874) ya había músicos y bandas que interpretaban música al estilo “hot” (caliente) para animar al público negro, a menudo, el recién llegado a los campos.

Dichas actuaciones musicales, compuestas por marchas y valses que hacían acto de presencia en las ciudades estadounidenses de Memphis y Nueva Orleans, tanto en actos políticos y sociales, como en desfiles callejeros y sepelios de personalidades de la comunidad afroamericana.

Incluso, hay quienes afirman que para el año 1905 eran numerosas las bandas que –sin saber del jazz Nueva Orleans– ya se presentaban con un jazz primitivo.

Pero lo que sí es un hecho –y en el que distintos historiadores coinciden- es que la aparición del jazz se produjo en las últimas décadas del siglo XIX en Nueva Orleans, gracias a la fusión de factores no solo musicales, sino que además sociales, raciales, religiosos e históricos.

Así, no en vano, se ha considerado a Nueva Orleans como la principal cuna del jazz.

Los primeros tiempos del jazz

Los primeros músicos del jazz

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Desde los inicios del jazz, son muchos músicos que se han ganado el reconocimiento a lo largo de la historia; uno de ellos, incluso considerado el más famoso de todos desde finales del siglo XIX: Buddy Bolden, a quien Manuel Mello, otro de los músicos de renombre en el mundo de este género, aseguró a una revista especializada de la época en Nueva Orleans, que antes de Bolden ya él oía jazz.

Incluso, en esa misma ocasión, Mello resaltó el trabajo del violinista Johnny Schenk y su grupo fundado en 1893 y disuelto en 1898, integrado por el guitarrista John Weinmunson, el cornetista Batt Steckler y el contrabajista Albert Bix.

Otro de los nombres que han sido destacados antes de Bolden por otros autores, ha sido el de Manuel Pérez (1879-1946).

No obstante y pese a que Bolden no llegó a grabar disco alguno porque en 1907 fue internado en un hospital siquiátrico, no ha sido en vano que su nombre retumbe en la historia del jazz, ya que él fundó su banda (la Buddy Bolden’s Ragtime Band) a comienzo de la década de 1890, junto con brillantes músicos y que al igual que otras agrupaciones de aquel entonces, se presentaban en locales nocturnos de Nueva Orleans y frecuentemente realizaban temporadas en los riverboats.

Y finalmente, entre algunos de los otros nombres imposibles de dejar por fuera que datan de antes de finalizar el siglo XIX: John Robechaux (violinista) que mantuvo una banda entre 1895 y 1900, también en conjunto con geniales músicos.

Además, Joseph Petit (trombonista) y Freddie Keppard (cornetista) que dirigieron sucesivamente la “Olympia Band” entre 1900 y 1909. Frank Dusen que mantuvo la banda de Bolden. Y, por supuesto, King Oliver y el archiconocido Louis Armstrong, quienes comenzaron sus carrereas en la banda “The Brown Skinned Babies” del trombonista Kid Ory.

Otros focos de desarrollo del jazz

En adición a las ya mencionadas reseñas históricas, hay autores que han asegurado que además de de Nueva Orleans, otros lugares en Estados Unidos sirvieron de escenario para el desarrollo de una música nueva; como en Memphis, por ejemplo, de donde se dice que ya para el año 1907 existían bandas de jazz.

Incluso, hay datos que señalan que en 1891, el pastor afroamericano Daniel J. Jenkins (Charleston, Carolina del Sur) fundó el Orfanato Jenkins para niños, donde cuatro años más tarde, instituyó un programa musical riguroso en música religiosa y secular contemporánea, así como marchas y oberturas.

Dicho programa era dirigido a jóvenes, incluso a huérfanos fugitivos y precoces para su “salvación” y rehabilitación, ya que se presentaban con ragtime en bares y burdeles.

En el Orfanato Jenkins se originaron varias bandas cuyos integrantes eran llamados “ovejas negras” y  quienes además de viajar, ganaban dinero para mantener a la institución del pastor; y muchos de ellos, recibieron entrenamiento musical formal.

Por otra parte, imposible dejar de mencionar a otras bandas que, en menos de 30 años después, actuaban nacionalmente, llegando una de ellas a viajar a Inglaterra y compartir escenario con varias leyendas del género jazz, como, Count Basie, Duke Ellington, Lionel Hampton, Gus Aitken, Jabbo Smith y Cladys «Cat» Anderson.

Además de esa influencia que tocó a Europa, en el norte de Estados Unidos se desarrolló el estilo “caliente” de tocar ragtime (categorizado como una temprana forma de jazz) que estaba centrado en Nueva York, pero se expandió a comunidades afroamericanas desde Baltimore hasta Maryland.

Luego, a comienzos de la década de 1910, en Chicago las bandas de baile continuaron la moda de Nueva Orleans, pero introduciendo al saxofón como entre los instrumentos del jazz.

Y como si fuera poco, otro estilo de bandas que incorporó el blues como elemento principal, vio luz a las alas orillas del Mississippi desde Memphis hasta Saint Louis.

Jazz en España

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Pese a que históricamente se ha considerado escaza la presencia del jazz en el territorio ibérico; y tanto así que Leonard Feather en su “Enciclopedia del Jazz” apuntó que “España es un desierto para el jazz”, es un hecho que el jazz en este país también supuso una revolución cultural como lo hizo en cada parte del mundo donde sonó.

Igualmente es cierto que ha sido limitada la cantidad de músicos de talla internacional que ha dado el jazz español; uno de ellos, Tete Montoliu (1933 – 1997) que retumba y brilla en la historia del jazz en España, pero también han sido otros los músicos que, incluso, en las últimas décadas han apostado por conectar a los géneros populares españoles con el jazz.

Nombres como el de Miguel Torné, Vicente Quirós, Jesús Guridi, Daniel Antón y José Iturbe, entre otros muchos, se sumaron a la nueva y pegajosa corriente musical, y a lo largo de los años 20 y 30 añadieron nuevos aires cosmopolitas que se extendió al teatro musical, zarzuelas y revistas.

Ahora bien, según reseñas históricas, la primera referencia en España al jazz es del año 1929, en manos de Sam Wooding y sus “Chocolate Kiddies” que no solo actuaron en Madrid sino que además en San Sebastián, y también en Barcelona donde grabaron un disco.

En ese mismo año, la orquesta británica de Jack Hilton y la de Harry Flemming se presentaron en la Exposición Universal de Barcelona, donde sin duda fue el anuncio de que “la nueva moda afroamericana” seduciría a España.

Sin embargo, además existieron precedentes como la euforia del ragtime en los salones de baile y la aparición de ritmos y músicos de jazz afroamericanos en el continente europeo, entre 1914 y 1929, que coincidieron con la época de la dictadura de Primo de Rivera y la generación de 1927, en la que la llamada “orquesta de negros” solía tocar tanto en el Rector’s Club como en los bajos del Hotel Palace.

Todo esto se dio en el primer tercio del siglo XX, donde se propició la presentación del jazz a la sociedad a través del “fox-trot”, así como de distintos ritmos con raíz afroamericana relacionados con el nacimiento del jazz que incluso cuentan con registros en las playlists de Jazz de la Biblioteca Digital Hispánica.

Además, la Biblioteca Nacional de España cuenta con una de las colecciones más importantes del país, de discos de jazz grabados y/o editados en España.

Os confieso que me ha emocionado hablaros de esta parte porque a lo largo de mi vida he sabido que mi bisabuelo, Manuel “El Maño” Espinosa (baterista), llevó a Venezuela a la primera banda dirigida de jazz e incluso hizo vida con este género musical en Panamá. Pero en otra entrega podría reseñaros más acerca de esto.

Y, por cierto, desde el año 2011 y cada 30 de abril, se celebra el Día Internacional del Jazz. Fue declarado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura; e ideado por Herbie Hancock, pianista de jazz estadounidense y Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO.

Fuentes: